Solo un 24% de las noticias publicadas en medios de comunicación tradicionales tratan de mujeres y ese número sube a 26% en plataformas digitales, de acuerdo con el Global Media Monitoring Project (GMMP) 2015, iniciativa que promueve la igualdad de género en los medios de comunicación y a través de ellos.
Si bien los datos son de hace más de un quinquenio, las cifras no se han movido significativamente con respecto a la representación de los aportes de las mujeres al desarrollo de los países en los medios de comunicación en general.
Desde 1995, cuando se aprobó e incluyó todo un capítulo en la Platatorma de Acción de Beijing, concretamente el capítulo J, quedó definida toda una estrategia global para mejorar el tratamiento noticioso alrededor de las mujeres y su representación tanto como sujetas de noticias, como fuentes especializadas, sobre los problemas que sufren en la sociedad y sus aportes al desarrollo.
El objetivo estratégico número 1 de este Plan de Acción propuso aumentar el acceso de la mujer y su participación en la expresión de sus ideas y la adopción de decisiones en los medios de difusión, así como en las nuevas tecnologías de comunicación.
En su objetivo estratégico 2, se aconseja fomentar una imagen equilibrada y no estereotipada de las mujeres y se sugiere una serie de acciones para corregir dicho desbalance.
“Hoy los medios no están siendo parte de la solución, sino más bien alimentando el fuego de la humillación y maltrato hacia lo femenino y de la reproducción de la violencia hacia todas las personas. Revertir esta situación y transformarse en aliados de la igualdad, implicaría reconocer las prácticas patriarcales, visibilizarlas y combatirlas”, denuncia Sandra Chaher y otras autoras en el documento “Comunicación, género y derechos humanos” (2016).
No al periodismo “rosa”
Para revertir estos productos comunicacionales, algunos grandes medios como The New York Times en Estados Unidos, El País de España y Clarín de Argentina, han comenzado a trabajar con editoras de género, periodistas especializadas en la perspectiva de género, con el fin de ir corrigiendo en el proceso de producción de contenidos para la agenda noticiosa.
Jessica Bennett es la editora de género de The New York Times y en una entrevista a la revista “S-Moda” de El País, de enero del 2018, reconocía que esta figura de la sala de redacción es un rol completamente nuevo y, a la vez, una “increíble oportunidad de ayudar a darle forma, probar, tomar riesgos y experimentar –el periodismo con perspectiva de género--”.
Ella describe este trabajo de edición desde diferentes puntos y en el caso del NYT, “se trata de una iniciativa global, por lo que estamos pensando en historias y productos 360 grados: problemas de mujeres y trabajo, identidad sexual y de género, fluidez, la intersección de raza y clase, historias sobre política, deportes, economía, ciencia, salud… Todo a través de un lente de género”, detalló.
La propuesta de Bennett y su equipo es aproximarse a una representación real de los movimientos y cambios sociales que se están produciendo actualmente. “Los medios han sido creados por y para los hombres blancos desde hace mucho tiempo. Es un hecho. No creo que sea partidista decir que este ya no es el mundo en el que vivimos y que nuestra cobertura debería reflejar eso”, afirmó Jessica.
En el caso de la prensa española, donde la representación de las mujeres se ha mantenido estática desde el 2010, las cifras del GMMP, coordinado por Núria Simelio en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), revelaron que “en relación al área temática, las mujeres son una minoría en todas las informaciones excepto en las relacionadas con crimen y violencia, donde representan el 51% del total, frente a un 20% de presencia en las noticias económicas”.
“La diversidad dentro de las redacciones debe venir desde todos los ángulos”, explica la periodista. “Se trata de puestos de liderazgo y de personal, sí, pero también se trata de a quién cubrimos, cómo los cubrimos, las fuentes que citamos, las imágenes con las que acompañamos las historias y, por supuesto, las autorías”.
En los periódicos españoles, el 44% por ciento de las firmas eran de mujeres en el 2018, lo que refleja un notable aumento frente al 34% que arrojó el análisis del 2010, pero la visión se vuelve mucho más pesimista cuando se investiga el uso de fuentes.
“Que solo el 9% de expertas y comentaristas citadas sean mujeres es un dato muy negativo, que debe ser revisado por los gestores de los medios que son los que deciden a quién seleccionan como fuentes expertas”, señala el estudio de la UAB.
¿Qué hace una editora de género?
Una editora vela por el equilibrio informativo de género, en el lenguaje y en las imágenes, tomando en cuenta aspectos desde el punto de vista legal, cultural, social y de derechos humanos, que a su vez consideren la diversidad de los grupos humanos en cuanto a sexo, nacionalidad, edad, identidad cultural, identidad sexual, idioma, religión, situación de discapacidad, opiniones políticas y de cualquier naturaleza.
Un problema central que suele detectarse en las prácticas inadecuadas de la cobertura mediática de los temas relacionados con las mujeres, es la dificultad en considerar la invisibilización de las mujeres, sus aportes, intereses y condiciones como un problema estructural vinculado a las desigualdades de género.
“En la medida en que estas desigualdades no puedan ser visibilizadas y comiencen a formar parte del análisis de las problemáticas sociales, será muy difícil que mejore la perspectiva de los medios de comunicación”. (Chaher, 2015: 58).
Estas son algunas consideraciones a tomar en cuenta cuando se analiza el contenido noticioso de un medio o plataforma de comunicación noticiosa que quiera comenzar a mejorar su contenido con una perspectiva de género e igualdad.
Como editora o editor, a la hora de abordar una información noticiosa de cualquier índole, pregúntese cómo afecta esta situación a las mujeres y a los hombres. Esta pregunta se torna crucial si se hace en un ejercicio de equipo.
A continuación, daré unos consejos puntuales a tomar en cuenta con las noticias y la producción de contenido informativo.
· Presente los datos desagregados por sexo para establecer un análisis de género. Tenga esto en cuenta a la hora de realizar infografías, gráficos y cualquier tipo de material gráfico.
· Normalice la presencia de mujeres en todas las áreas laborales, profesionales y de acciones públicas y privadas.
· Evite frases e imágenes que estigmaticen roles de género para ambos sexos. Señale que las mujeres son mayoría entre quienes realizan las tareas domésticas y de cuido, tanto remuneradas como no remuneradas. Incluya a hombres en las tareas doméstico y de cuido de personas.
· Verifique que el lenguaje que se usa no invisibiliza a las mujeres ni reproduce estereotipos sexistas.
· Elabore una lista de mujeres expertas en diversos campos y temas relacionados con economía, infraestructura, políticas públicas, comercio internacional, ciencia, seguridad, salud y política, entre otros, para complementar el siguiente punto.
· Procure el equilibrio numérico entre mujeres y hombres en cuanto a las fuentes y voces especializadas que le sirvan para elaborar o complementar los mensajes internos y externos.
· Verifique el equilibrio numérico de mujeres y hombres en actividades como mesas redondas, seminarios y exposiciones.
· Al realizar entrevistas a mujeres expertas y especialistas, evite centrarse en temas tradicionalmente relacionados con lo “femenino” como familia, violencia de género, nutrición, belleza, entre otros.
La edición de género pasa por tener en cuenta otras formas de exclusión más allá del sexo y que abarcan aspectos relativos a la diversidad, migración y las capacidades. Por, en la edición de género tome en cuenta lo siguiente:
· Cuide que la información represente de manera diversa a las personas pertenecientes a los diferentes grupos étnicos y nacionalidades.
· Evite mostrar a las personas de diferentes grupos étnicos de forma exótica, folclórica o hipersexualizada.
· Integre a las personas de estos sectores en escenas de ámbitos sociales diversos como la política, lo laboral, lo económico, lo deportivo y cultural.
· Evite encasillar a estas poblaciones en situaciones precarias o de exclusión como pobreza, analfabetismo, desnutrición, delincuencia, violencia, labores indignas, entre otras.
· Visibilice la variedad de roles, ocupaciones, situaciones e identidades que las mujeres de los diversos grupos étnicos pueden realizar.
· Evite la palabra “negritud” para referirse a cuestiones culturales de las personas afrodescendientes.
· Cuide de no hacer referencias al significado social despectivo a las que erróneamente hemos asignado al colore negro, como ‘aguas negras’ –aguas residuales— o ‘negro futuro’ –futuro incierto--.
· Al producir o escoger imágenes, tenga en cuenta la diversidad étnica y cultural de la población de su país o de un territorio y procure que sean imágenes reales de esos territorios y comunidades.
· Tenga cuidado con el uso de la palabra “ilegal” para referirse a las personas migrantes de cualquier índole que aún no cuenten con los papeles necesarios para residir y trabajar. En su lugar, utilice frases como ‘sin documentos migratorios’ o ‘en condición administrativa irregular’.
· Utilice la expresión ‘persona con alguna discapacidad’ en lugar de ‘el o la discapacitada’. A la hora de referirse a ella enfóquese en las capacidades y no en las limitaciones. Recuerde que la discapacidad no es una enfermedad sino una característica.
· Normalice la presencia de personas con diferentes tipos de discapacidad en las informaciones noticiosas en diferentes ámbitos sociales como el laboral, político, económico y deportivo entre otros.
· Presente a este sector de población como personas autónomas, independientes y capaces. Evite mostrarlas como ‘súper héroes’ o como ‘la pobrecita o el pobrecito’. Evidencie la variedad de roles, ocupaciones, situaciones e identidades que las personas con discapacidad pueden realizar.
Sobre la diversidad sexual, una buena editora de género tendrá en cuenta:
· Evitar referirse por igual a los hombres homosexuales, mujeres lesbianas, personas bisexuales, transexuales o intersexo, ya que cada condición es diferente entre sí. En la medida de lo posible, haga evidente sus realidades, contexto y aspiraciones y explique cada condición de manera respetuosa.
· Las personas trans, por ejemplo, no se identifican con el sexo biológico por lo que debemos evitar referirnos a ellas como mujeres u hombres “encerrados” en un cuerpo con el que no se identifican. También hay que tener cuidado con la expresión “estar en el cuerpo equivocado”.
· Cuando se refiera a este grupo de personas hágalo según el género con el que se identifican y eso pasa por no llamarlas por el nombre con el que no se sienten vinculadas.
· En las informaciones relativas a esta población, evite referirse a las características de una persona como “masculinas” o “femeninas”.
· Cuando se refiera a “los homosexuales” en calidad de sustantivo, también incluya a “las lesbianas” pues es común que se engloben ambos sectores de población bajo el calificativo de “homosexuales”. Es decir, refiérase a “los homosexuales y las lesbianas”.
· Si debe referirse a esta población y las califica de “diferentes”, agregue siempre la expresión “a la mayoría” o “a la norma”, ya que la condición de ser homosexual, lesbiana, bisexual o transexual no debe ser vista por la audiencia como un asunto raro.
· Evite referirse a la persona homosexual ‘afeminada’ y a la lesbiana ‘masculina’. Promueva su respeto incorporando en ellas aspectos de la población heterosexual como es mostrarlos naturalmente en el trabajo, la familia, los estudios, vida política y la proyección comunal.
Como se puede apreciar, la edición de género exige un conocimiento amplio de exclusividad más allá de las mujeres y sus realidades de vida y eso pasa por considerar el enfoque de la noticia, el lenguaje a utilizar y las imágenes que le acompañarán.
Espero que estos consejos sean el principio de la incorporación de la perspectiva de género como una herramienta de trabajo para mejorar el trabajo periodístico.
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